viernes, 26 de noviembre de 2010

Tras haberme peleado con mi hermana Doris, corrí a casa de la señorita Clair a refugiarme en sus historias y en aquél baúl de sorpresas, y esta vez descubrí una carta con remite de Roma. Yo sólo había visto Roma en los libros y mi conocimiento llegaba al Coliseo y poco más, así que movida por mi curiosidad,  pedí permiso a Clair McArty y acercándola a la luz del candil se puso a leérmela. En aquél momento, cada letra y cada párrafo de esa carta eran versos de la carta más bonita jamás había escuchado. Aquellas palabras eran una amalgama de ilusión, alegría, sufrimiento, y esperanza que era imposible no emocionarse al escucharla.
                                                                                                                                                                                     - "Princesa,-me dijo en aquél momento la señorita McArty-,  hace tiempo viaje a Roma y pasé allí unas vacaciones que difícilmente olvidaré.  Conocí a un periodista americano que, a lomos de una moto pequeña y rápida, me enseñó la ciudad: desde los Foros al Vaticano pasando por la Piazza Navona. Aquellas fueron unas vacaciones realmente inovidables. Aún recuerdo el nombre de aquella moto: Vespa.

PVP 5 €

 A partir de aquél momento, mi mente empezó a fantasear y al llegar a casa, poco me importaban ya las estúpidas burlas de Doris. Ahora ansiaba viajar a Roma en mi propia Vespa, en busca de un  periodista que me mostrase la ciudad. Sin embargo, lo que realmente deseaba, era subir al desván de la señorita McArty y rebuscar, en busca de otra historia fantástica, en El Baúl de la Princesa.


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