martes, 30 de noviembre de 2010

     De nuevo en el desván la señorita McArty me pidió que le acercara el camafeo negro y blanco, mientras lo miraba con ojos de nostalgia, y me dijo:

    -"¿Lo ves Princesa? perteneció a mademoiselle Juliette, una heroína, aunque no aparezca en los libros. Era una dama de la aristocracia francesa con la que mi familia mantenía negocios. Alta y de buen parecido, era capaz de atraer la atención de todo el mundo al entrar en una sala. Sin embargo, ansiaba ir a encontrarse con su prometido a Nueva York, un joven al que auguraban una brillante carrera en los negocios.

PVP 5 €

Un buen día, apareció con un billete destino a Nueva York y dispuesta a cerrar su etapa en Londres para acudir junto a Sam, su prometido. Era la felicidad personificada.
Días más tarde, nos enteramos que su barco, el Titanic, había sufrido un accidente. Según nos contaron, Mademoiselle Juliette ayudó en las tareas de salvamento de mujeres y niños, aunque por desgracia, jamás volvimos a verla..."

   En ese momento, los ojos de la señorita Clair se llenaron de lágrimas. Para devolverle la sonrisa tan sólo podía hacer una cosa: volver a por otra historia a El Baúl de la Princesa

domingo, 28 de noviembre de 2010


Chloe PVP 5 €

En esta ocasión, mi ojos se detuvieron ante un retrato de una mujer de semblante distinguido y con cierto halo de misterio, y no pude resistirme a preguntarle a la señorita Clair quien con su habitual amabilidad me respondió:

- "Princesa, ya hace mucho de este retrato. Era verano, cuando recibi una invitación de una amiga a Edimburgo. Permanecí allí un  par de semanas visitando aquellos verdes parajes pero no fué, hasta el último día, en una fiesta en el castillo de Borthwick, cuando conocí a la misteriosa Miss Chloe. Me impresionó su forma de hablar, sus elegancia y su porte distinguido, pero sobretodo ese aire de tristeza que invadía sus ojos. Dicen que sufría por amor, y años después me enteré que paso sus últimos días deambulando de aquí para allá dentro del mismo castillo. Los aficionados a leyendas, comentan que hoy en día se pueden escuchar sus sollozos por los pasillos del Borthwick.

- Pero Clair, ¿por quién sufría la señorita Chloe?

- Ahhhh....Princesa, ya sabes lo que dicen: el corazón tiene razones, que la razón no entiende!


No fue hasta unos años más tarde, cuando por fin entendí aquella liosa frase. Mi preocupación, en aquél momento, no era otra que averiguar más sobre Miss Chloe. Y estaba claro por donde seguir buscando: en El Baúl de la Princesa


De su interior y atemorizada por las fantasmagóricas sombras que producía la luz de mi candil, pude sacar una muñeca vestida completamente de rojo.
“¡Pero si es Caperucita Roja!” Exclamó la señorita McArty al verla. 

PVP 4,5 €
“Princesa, has de tener cuidado con esa muñeca pues  siempre me ha acompañado. Estando en Alemania me la regalaron dos jóvenes  que siempre andaban fantaseando con fábulas e historias, con los que mi familia había entablado cierta amistad. En las cenas que día sí y día también se organizaban en casa, yo, al igual que haces tú ahora, me sentaba tapada hasta las cejas  por mi mantita roja, y dejaba que aquél par de locos me contasen una de sus fábulas.
 -“Algún día, tú serás nuestra protagonista pequeña Clair”.

Tiempo después, tras habernos ido de Alemania, recibí esa muñeca con una dedicatoria que decía: Para la pequeña Clair, nuestra Caperucita Roja.
Y así, la señorita McArty se dirigió a la cocina a preparar chocolate caliente para hacer frente al frio mientras yo no dejaba de pensar en lo mismo: ¿qué otra historia me deparará mañana El Baúl de la Princesa?


Cierto día, y tras insistirle mucho, subimos al desván y abrimos otra vez el Baúl. De entre todas las cosas, sacó un cuadro y un diario. Comenzó entonces, otro relato con el sello McArty:
 
- Allí, en aquél viejo café de Estambul, a los pies del Bósforo, calentaba mi cuerpo con una taza de té y mi alma ojeando los bocetos de mi ajado diario. Fué entonces cuando ví los que había dibujado Paul Calam, un prometedor artista que conocí tiempo atrás, en uno de esos barrios parisinos en los que todo es posible. Paul, era todo imaginación y lejos de centrarse sólo en sus vivencias y alrededores, llenaba cada cuadro de luz, de alegría, de color..., de vida al fin y al cabo.

 



                    Intenté por todos los medios volver a contactar con él y viajé por media Europa en su busca guiada por las pistas que daban amigos en común. Le perdí en Valencia, España aunque yo ya era muy mayor como para continuar su búsqueda...
 
                    Justo cuando la señorta Clair terminaba su historia, ojeé aquellos cuadros de la libreta y decidí que continuaría con su pista. En el diario, en una de esas viejas páginas apergaminadas, había escrita una dirección así que decidí que ése sería mi punto de partida.
Una vez más, comenzaba otra trepidante aventura de El Baúl de la Princesa.

La obra de Paul Calam en  http://calamarte.blogspot.com/
(Consultar precio y disponibilidad)

viernes, 26 de noviembre de 2010

Tras haberme peleado con mi hermana Doris, corrí a casa de la señorita Clair a refugiarme en sus historias y en aquél baúl de sorpresas, y esta vez descubrí una carta con remite de Roma. Yo sólo había visto Roma en los libros y mi conocimiento llegaba al Coliseo y poco más, así que movida por mi curiosidad,  pedí permiso a Clair McArty y acercándola a la luz del candil se puso a leérmela. En aquél momento, cada letra y cada párrafo de esa carta eran versos de la carta más bonita jamás había escuchado. Aquellas palabras eran una amalgama de ilusión, alegría, sufrimiento, y esperanza que era imposible no emocionarse al escucharla.
                                                                                                                                                                                     - "Princesa,-me dijo en aquél momento la señorita McArty-,  hace tiempo viaje a Roma y pasé allí unas vacaciones que difícilmente olvidaré.  Conocí a un periodista americano que, a lomos de una moto pequeña y rápida, me enseñó la ciudad: desde los Foros al Vaticano pasando por la Piazza Navona. Aquellas fueron unas vacaciones realmente inovidables. Aún recuerdo el nombre de aquella moto: Vespa.

PVP 5 €

 A partir de aquél momento, mi mente empezó a fantasear y al llegar a casa, poco me importaban ya las estúpidas burlas de Doris. Ahora ansiaba viajar a Roma en mi propia Vespa, en busca de un  periodista que me mostrase la ciudad. Sin embargo, lo que realmente deseaba, era subir al desván de la señorita McArty y rebuscar, en busca de otra historia fantástica, en El Baúl de la Princesa.


miércoles, 17 de noviembre de 2010

1. Date una vuelta por el Baúl de la Princesa hasta encontrar lo que más te guste.

2. Envía un email a elbauldelaprincesa@hotmail.com indicando lo que te gusta.

3. En cuanto Clair McArty lo lea, te enviará un correo con toda la información (disponibilidad, gastos de envío...) y cuando confirmes el pedido, te facilitará el número de cuenta.

4. En pocos días también podrás contar que abriste El Baúl..
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