domingo, 28 de noviembre de 2010

Cierto día, y tras insistirle mucho, subimos al desván y abrimos otra vez el Baúl. De entre todas las cosas, sacó un cuadro y un diario. Comenzó entonces, otro relato con el sello McArty:
 
- Allí, en aquél viejo café de Estambul, a los pies del Bósforo, calentaba mi cuerpo con una taza de té y mi alma ojeando los bocetos de mi ajado diario. Fué entonces cuando ví los que había dibujado Paul Calam, un prometedor artista que conocí tiempo atrás, en uno de esos barrios parisinos en los que todo es posible. Paul, era todo imaginación y lejos de centrarse sólo en sus vivencias y alrededores, llenaba cada cuadro de luz, de alegría, de color..., de vida al fin y al cabo.

 



                    Intenté por todos los medios volver a contactar con él y viajé por media Europa en su busca guiada por las pistas que daban amigos en común. Le perdí en Valencia, España aunque yo ya era muy mayor como para continuar su búsqueda...
 
                    Justo cuando la señorta Clair terminaba su historia, ojeé aquellos cuadros de la libreta y decidí que continuaría con su pista. En el diario, en una de esas viejas páginas apergaminadas, había escrita una dirección así que decidí que ése sería mi punto de partida.
Una vez más, comenzaba otra trepidante aventura de El Baúl de la Princesa.

La obra de Paul Calam en  http://calamarte.blogspot.com/
(Consultar precio y disponibilidad)

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